La relación entre Japón y España o cómo la convivencia entre japoneses
y españoles puede ayudarnos a profundizar en la cultura propia y extraña y corregir
defectos o reforzar virtudes.
Supongo que
todas las presentaciones comienzan igual. Cuando conoces a una persona es
difícil salirse de la conversación estándar, un “hola, me llamo fulano, encantado de
conocerte” da pie a una conversación donde uno y otro, en su intercambio de
papeles entre emisor y receptor, intentarán conocerse con mayor o menor éxito.
Entonces ¿por qué cada presentación es distinta? Obvio, cambia la persona, el
lugar, el estado de ánimo y el interés o mejor, la curiosidad que despierta esa persona. Demasiados condicionantes para asegurar el éxito en nuestro afán por
conocer a esa persona que está frente a ti y que ya empieza a mirarte raro
después de un silencio de cinco segundos. Claro que siempre podemos inventarnos
un nuevo condicionante que nos facilite la labor, ésta nueva variable sería un
objetivo común, algo por lo que tengan que luchar ambas personas y que sólo
pueda alcanzarse con el trabajo y el entendimiento mutuo.
Es el caso de
los workshops internacionales con la prefectura de Shiga (Japón) que organiza
cada año la Escuela Superior de Arquitectura de Sevilla. Aquí el objetivo común
es sacar adelante un proyecto trabajando con personas que nunca has visto, de
las que nada sabes y con una cultura tan distinta que más vale andar con
cautela si no quieres herir la sensibilidad con cualquier comentario fuera de
lugar que ridiculice sus costumbres. Así que un buen truco es escuchar y
callar, pensar y luego hablar. Quizás lo primero que pensamos cuando
compartimos conversación con un japonés es lo tímidos que son, bueno, creo que
nos equivocamos. Pueden ser más o menos tímidos, como todo ser humano, pero
quizás estemos confundiendo timidez con educación. No interrumpen nunca si otro
habla, dejan un tiempo prudente cuando éste calla para empezar su discurso e
incluso pueden desarrollar una idea con
la que no están de acuerdo simplemente porque el que la propone es mayor porque
¡cómo van a llevarle la contraria a alguien mayor!
En ese
objetivo común que perseguimos durante tres jornadas intensas de trabajo se dan
muchas situaciones en las que puedes aprender de ellos, tanto de su forma de
trabajar como de sus costumbres y además, el tema de este workshop ha dado pie
a muchas conversaciones culturales sobre música, teatro, dibujo y por supuesto
arquitectura. El proyecto consistía en pensar un equipamiento público que
facilitase un intercambio cultural entre España y Japón, así que entre dibujo y
dibujo, idea e idea, íbamos contándonos los aspectos que más nos gustaban sobre
nuestras costumbres y las suyas, haciendo del desarrollo del proyecto un viaje
a través de ambas culturas con la arquitectura como telón de fondo. Así que en
resumen el intercambio entre culturas tiene que darse desde la sinceridad y el
conocimiento, debiendo ser objetivos pero sin darle la espalda a ese punto
romántico o sentimental que hace que las cosas funcionen más allá de fórmulas
matemáticas y se facilita mucho cuando se comparte un objetivo y se trabaja
para sacar adelante una idea que lo hace posible.